Pentecostés

“Pero cuando venga el Auxiliador, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre y a quien yo les enviaré de parte del Padre, él dará testimonio acerca de mí”.

Juan 15:26

La tarea a la que Cristo fue enviado terminó en la cruz, cuando dijo “consumado es”, entregando su vida para que nosotros tengamos vida abundante. El acto de redención en la cruz estaba concluido, pero, como escribe Lutero: “El Cristo crucificado… no me sirve de nada a menos que lo reciba en la Palabra que me trae a este Cristo en el bautismo, el sacramento del altar y el evangelio”.

Para eso es que ahora viene el Espíritu Santo, quien es Dios con el Padre y el Hijo. El término parácletos, que se traduce por abogado, auxiliador, literalmente significa “el que fue llamado para estar al lado”. El Espíritu Santo se coloca de nuestro lado, viene para estar con nosotros, para ponerse al lado del débil y ayudarlo. 

Él procede del Padre y da testimonio acerca de Jesucristo. Está con nosotros para traernos y comunicarnos la buena noticia de que la redención del ser humano, la tuya, la mía fue lograda por Cristo allá en la cruz.

Pentecostés es un día y un tiempo para celebrar con alegría, como cuando celebramos nuestro cumpleaños. Es el cumpleaños nuestro, de la iglesia, porque el Espíritu Santo ha hecho lo suyo: vino para estar con nosotros, se puso de nuestro lado, toma de lo que es de Cristo y te lo entrega para que tengas nueva vida y para que como iglesia podamos vivir todos nuestros días con esta certeza: Cristo no nos ha dejado huérfanos, está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. 

Arturo E. Truenow, pastor presidente.