Fallecimiento

Fue la voluntad de nuestro Dios llevarse el alma de nuestro hermano, el pastor Daniel José Klenovsky.

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, que en aquel día me dará el Señor, el juez justo; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. 2 Timoteo 4:7-8.

Es muy duro esto que nos toca vivir, lo estamos transitando con mucha tristeza y dolor. Nos queda el consuelo de nuestro buen Dios a partir de la obra de Cristo, su muerte por nosotros y su resurrección. Nuestro hermano Daniel está incluido y abarcado por esta obra de misericordia y amor, y por ello damos gracias en medio del dolor.

Aquello que leemos en Romanos 11:33 viene a nuestra mente en este momento: ¡Cuán incomprensibles son sus juicios [los de Dios], e inescrutables sus caminos! Con Daniel compartí varios años de estudio en el Seminario, charlas y gratos momentos cada vez que nos encontrábamos. Destaco su sencillez, su responsabilidad, la manera en que involucraba a las personas en el servicio, su reflexión sobre los temas de actualidad, su compromiso con las personas y sus problemáticas, el cuidado de su familia. Los miembros de las parroquias que pastoreó lo tuvieron y conocieron como “buen siervo y fiel”; las de Urdinarrain, Viale, el colegio en Paraguay, y la parroquia de Paraná. Muchos años antes de lo que esperábamos, hoy su Señor le dice: “Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”

Un fuerte abrazo a Edith y Natán, al pastor Gabriel, Rodolfo y demás familiares. El Señor los abrace con el consuelo que nos viene del evangelio de aquel que venció a la muerte para que estemos con vida con él para siempre en su casa celestial.

Arturo E. Truenow, pastor presidente de la IELA.