En medio de la algarabía

Comenzamos el mundial con el pie izquierdo, pero enseguida nos fuimos enderezando. La expectativa de salir campeones iba en aumento después de cada partido. Durante la última semana fue prácticamente el único tema del que se hablaba. En casi todos los argentinos, chicos, grandes y abuelos, la alegría y el festejo se desataron de mil maneras. Hasta que finalmente unos cinco millones de personas se juntaron en las calles para ver a los héroes que le habían dado tanta alegría y satisfacción a un pueblo tan necesitado y fracturado.

Esto pasó y quedará en la memoria como la mayor movilización genuina de nuestro país y, según algunos, de una región mucho más grande.

Vueltos a la realidad cotidiana, muchos se percataron de esto: ¡Muchachos! ¡En cinco días es navidad! Pareciera que el mundial se llevó toda la atención y que no quedó nada para la navidad. Una fiesta eclipsó a la otra. ¡Qué lástima, qué problema!

No es necesario hacernos tanto drama. Con la primera navidad ocurrió algo parecido. Cuando leemos el relato de Lucas sobre el nacimiento de Jesús, lo leemos como si ese fuera el tema. ¡Y lo es! Pero para toda aquella gente que estaba movilizándose de un lado para el otro, yendo cada uno al pueblo de sus ancestros, el tema era un censo. Y es en medio de aquella actividad que nace el salvador, con la atención de la gente centrada en un trámite. Nadie sospechaba que en medio del cumplimiento de esa orden imperial iba a ocurrir algo tan importante para la humanidad. ¡Pero ocurrió! Y apenas un grupito de pastores se enteró de esto. Con esta impronta había sido anunciado por el profeta: “No gritará ni levantará la voz; no se hará oír en las calles. No hará pedazos la caña quebrada, ni apagará la mecha humeante. Traerá la justicia por medio de la verdad”. Isaías 42:2-3.

Una entrada silenciosa, como la que también se dará en esta navidad. Cristo no viene con los ruidos, luces y comidas, viene en su palabra, esa que podemos entregar de muchas maneras a los que nos rodean. El servicio de Cristo es un servicio silencioso, subterráneo (no gritará ni levantará la voz; no se hará oír en las calles), de misericordia (no hará pedazos la caña quebrada, ni apagará la mecha humeante). Así sirve en la actualidad a través de nosotros.

¡Bendecida navidad! En medio de la algarabía ha nacido tu salvador. ¡Para celebrarlo!

Arturo E. Truenow

Pastor presidente