La Confesión de Augsburgo de 1530
La Confesión de Augsburgo es uno de los símbolos confesionales que identifican a la Iglesia Evangélica Luterana. Se puede decir que es como el “certificado de nacimiento” de la Iglesia Luterana, pues expresa en resumen lo que los luteranos creen y enseñan. Muestra que se trata de una iglesia cristiana apostólica, que enseña la doctrina de la Palabra de Dios de una manera fiel y genuina y administra los sacramentos conforme a la institución de Cristo.
Veinticinco años después de que Colón descubriera América (1492), Martín Lutero clavó las 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Castillo en Wittenberg, Alemania. este acto, que ocurrió el 31 de Octubre de 1517, fue el “puntapié inicial” de la Reforma. En los años siguientes surgieron otros grupos que se oponían al Papa (Reformados y Radicales). Lutero y sus seguidores no se podían poner de acuerdo con ellos en algunos aspectos importantes de doctrina. En tanto el emperador Carlos V, dueño de buena parte de Europa, más allá de las cuestiones religiosas, veía sus intereses políticos. Buscaba la unidad de sus territorios para hacer frente a los turcos que avanzaban sobre Europa. Por eso Carlos V quería acabar con las discordias religiosas que surgieron a partir de Lutero. Convocó en 1530 a todos los principies y representantes a la Dieta de Augsburgo, para discutir los asuntos y restablecer la paz religiosa.
Los luteranos habían preparado los “Artículos de Torgau” que trataban sobre los abusos y desvíos de la Iglesia de Roma y los “Artículos de Schwabach” que trataban asuntos de doctrina. Pero ya en Augsburgo se encontraron con los “404 artículos contra la herejía luterana” de Juan Eck, un católico enemigo de Lutero, el cual, citando a Lutero y Melanchton fuera de contexto, mezclaba los luteranos con los anabaptistas y cuánta herejía existía. Los luteranos resolvieron hacer otro documento basado en los dos anteriores. Este documento debía mostrar la concordancia entre la doctrina luterana y la iglesia primitiva, mostrar la diferencia entre los luteranos y otras ideas protestantes, especialmente los anabaptistas. Así surgió la Confesión de Augsburgo, que tiene un carácter conciliador hacia los católicos, resaltando los puntos de acuerdo con Roma, aunque también señala las diferencias y los abusos. Felipe Melanchton fue su redactor principal.
La Confesión de Augsburgo fue firmada, por los príncipes luteranos y leída ante la Dieta de Augsburgo el 25 de Junio de 1530. El documento consta de 28 artículos. Los artículos uno al veintiuno presentan las doctrinas bíblicas fundamentales. Los artículos 22 a 28 tratan los abusos más graves en la Iglesia Católica Romana de entonces, que los luteranos corrigieron en su medio.
Del contenido destacamos la doctrina del pecado original; salvación y justificación solo por fe; el rol de Palabra y Sacramento; una propia comprensión de las buenas obras; una correcta comprensión de la Iglesia y sus ritos.
La Confesión de Augsburgo tiene un tono amable y conciliador. es admirable como convergen en ella la verdad y el amor, respecto a la autoridad y el coraje para confesar la fe con el peligro de ser condenado a muerte por ello. Esto nos enseña a proceder de la misma manera hoy, amando a las personas, pero nunca renunciando a la verdad para quedar bien con otros o para propio beneficio.
Algunos de los aspectos tratados en la Confesión de Augsburgo se refieren a situaciones de aquella época. Pero, en su esencia, la situación no es muy diferente hoy. Es por eso que la Confesión de Augsburgo ha mantenido su importancia a través de los siglos hasta hoy. Ella es como una bandera que nos une y una muralla que nos defiende contra el error. Nos sirve de base y ejemplo para que elaboremos y presentemos nuestra confesión de fe hoy, buscando el testimonio claro de la verdad de Dios y oponiéndonos con valentía y firmeza a los abusos actuales, agregándole siempre el ingrediente del amor, junto con la verdad.
Rev. Dr.José Pfaffenzeller (Seminario Concordia, Buenos Aires)