Un compromiso con la verdad
El Cristiano:
A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía (Hechos 11:26). Anteriormente eran conocidos como integrantes de la secta de los nazarenos (Hechos 24:5). Los conceptos ambivalentes no han desaparecido hasta el presente. Definir al cristiano no resulta tan sencillo. Basta observar los comentarios ambiguos en las redes sociales.
Ser cristiano es mucho más que un “título”. ¡Es un modo de vida! Cristiano es todo aquel que cree en Jesucristo como su Señor y Salvador. Es todo aquel que confía en la muerte y resurrección de Cristo para remisión de pecados, vida y salvación. Que toma su cruz y sigue a Jesús – verdadero Dios y verdadero Hombre. Que vive y comparte el Evangelio. Que es hijo de Dios y heredero de la vida eterna. Miembro de la Iglesia universal o invisible. Alguien simultáneamente justo y pecador (simul iustus et peccator).
Su principal característica es el amor. Dijo Jesús: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros” (Juan 13:35). Este amor resume toda la ley de Dios. Está presente en cada mandamiento que habla de nuestra relación con Dios y con el prójimo. Permea nuestros pensamientos, deseos, intenciones, palabras y obras.
Las Fake News
La enciclopedia libre (Wikipedia) hace la siguiente definición: Las noticias falsas, conocidas también con el anglicismo fake news, son un tipo de bulo que consiste en un contenido pseudoperiodístico difundido a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales y cuyo objetivo es la desinformación.
Se diseñan y emiten con la intención deliberada de engañar, inducir a error, manipular decisiones personales, desprestigiar o enaltecer a una institución, entidad o persona u obtener ganancias económicas o rédito político. Al presentar hechos falsos como si fueran reales, son consideradas una amenaza a la credibilidad de los medios serios y los periodistas profesionales, a la vez que un desafío para el público receptor.
Este “recurso” perverso no se restringe a los periodistas malintencionados. Científicos, empresarios, políticos, religiosos, doctos e iletrados, que no tienen compromiso con la verdad, lo utilizan para lograr sus objetivos egoístas, avaros y codiciosos. Todos podemos ser victimarios y víctimas a la vez de las noticias falsas.
Su origen:
Según la Palabra de Dios, todas las noticias falsas, mentiras, falsos testimonios, blasfemias, calumnias, difamaciones, traiciones, medias verdades proceden de un corazón contaminado por el pecado. Es ser humano caído en pecado es la fuente de toda falsedad que es publicada.
El padre de toda mentira es el diablo (Juan 8:44). Cuando habla mentira, de lo suyo habla, pues es mentiroso. Aun cuando cita las Escrituras, sus intenciones son engañosas y contrarias a la voluntad de Dios. Fue a través de una mentira que Satanás hizo caer al hombre en pecado, llevándolo a dudar de la Palabra de Dios y a desobedecerla. Darle atención al diablo es peligroso, y hacerle caso es nefasto.
Su prohibición:
“Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete le son abominables: los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies que corren presurosos al mal, el testigo falso, que dice mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos”.
(Proverbios 6: 16-19).
Son muchas las referencias bíblicas que condenan y prohíben las noticias falsas y toda clase de mentira. En Éxodo 20:16 dice la Biblia: No dirás falso testimonio en contra de tu prójimo. Con temor y amor a Dios no debemos mentir, traicionar, calumniar o desacreditar a nuestro prójimo; pero debemos disculparlo, hablar bien de él e interpretar todo en el mejor sentido.
Este mandamiento tiene como objetivo preservar y defender con amor el honor y la buena reputación del prójimo. El buen nombre es un tesoro muy valioso que Dios ha dado a cada persona, aparte del cuerpo, familia y bienes materiales.
La palabra de Dios prohíbe todo falso testimonio en cualquier lugar y situación – no solo ante el tribunal. Todos los conceptos, palabras e intenciones que proceden de un corazón engañoso, con el propósito de perjudicar al prójimo, son condenados por Dios. “El testigo falso no quedará sin castigo, y el que dice mentiras no escapará” (Proverbios 19:6).
La maldad inherente nos hace egoístas y codiciosos, anteponiendo nuestros intereses y necesidades sobre las del prójimo, muchas veces valiéndose de medios ilícitos que hieren la ética y la moral cristianas.
Conociendo esta inclinación pecaminosa, Dios nos ha dado un mandamiento (no sugerencia) para corregir nuestra vida y enseñarnos a actuar con y en amor, guiados por su Espíritu, y no por nuestros deseos carnales.
Compromiso con la verdad:
Mediante el profeta Zacarías Dios nos exhorta: “Éstas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas” (Zc 8:16). A los efesios convertidos al cristianismo el apóstol Pablo escribe: “Por eso, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros” (Ef 4:25).
El compromiso con la verdad procede de un corazón creyente, un corazón que ama a su prójimo y evita todo aquello que lo puede perjudicar. Sin amor no es posible hacer el bien en palabras y obras. Sin amor no existe compromiso con la verdad, aun más cuando esta nos perjudica en lo personal y familiar, en lo profesional y en los negocios.
Somos cristianos por el amor de Dios. Somos perdonados y hechos hijos y herederos de la vida eterna por la mayor prueba y acto de amor: Jesucristo en la cruz. Fuimos y somos amados, y por el don del Espíritu Santo capacitados a producir el fruto del amor, aunque de manera imperfecta. Ahora podemos amar a Dios y al prójimo, porque Dios nos amó primero.
Del inconverso no podemos esperar un compromiso con la verdad. No podemos esperar los frutos del Espíritu Santo, porque este no habita en el corazón impío. Pero del cristiano todos lo esperan, aun el mundo incrédulo. El cristiano siempre es observado en su conducta y palabras, y cuando tropieza, porque también es pecador, es juzgado y condenado con mayor rigor, sin piedad, por una sociedad moralista.
Críticos de nuestra condición:
Existe cierta comezón por revelar los secretos de alguien, por dar oídos a chismes y malas noticias del prójimo. Esto nos seduce más que los elogios y las buenas referencias.
Las noticias negativas y falsas también producen más rating. Los medios de comunicación lo saben. Cuanto más sangrienta y perversa es la información, más audiencia produce. La atracción hacia lo malo y todo lo que produce pánico y confusión se propaga a gran velocidad.
La ansiedad o emoción por compartir alguna información o noticia que consideramos interesante, con frecuencia nos hace pecar contra el 8° mandamiento. No evaluamos la procedencia, la veracidad, la intención y el impacto de la misma. Con un “clic” o un “reenviar” podemos sembrar pánico, confusión y discordia. O también desacreditar, herir y matar. Son incalculables los daños y perjuicios derivados de palabras inoportunas, difamatorias y falsas. La lengua engañosa es un veneno mortal, un fuego destructor, un mundo de maldad, algo difícil de domar (Santiago 3).
Cómo proceder cristianamente:
Ante todo necesitamos reconocer y confesar nuestros pecados cometidos en pensamientos, palabras y obras. Suplicar y confiar en el perdón de Dios. Producir frutos dignos de arrepentimiento. Perdonar y pedir perdón. Rogar por la dirección del Espíritu Santo para discernir entre el bien y el mal.
Reparar el daño moral, o recuperar la buena reputación del prójimo es muy difícil, y prácticamente imposible hacerlo sin secuelas y cicatrices indelebles. Por eso es fundamental evaluar lo que publicamos o compartimos en las redes sociales y en las conversaciones. Siempre debemos preguntarnos si esto edifica o destruye al prójimo; si es un acto de amor o de odio y egoísmo; y con qué intención lo hacemos o dejamos de hacer.
Por eso, como cristianos, antes de emitir una opinión, o compartir una información, noticia, publicidad, audio, video, o comentario, deberíamos asegurarnos si esto pasa por las tres rejas: de la verdad, la bondad y la necesidad. Esto es lo que nos ilustra la siguiente historia de Las Tres Rejas:
El joven discípulo de un filósofo sabio llega a su casa y le dice: -Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia… -¡Espera! -lo interrumpe el filósofo-. ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? -¿Las tres rejas? -preguntó su discípulo. -Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? -No. Lo oí comentar a unos vecinos. -Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien? -No, en realidad no. Al contrario… -¡Ah, vaya! La última reja es lanecesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? -A decir verdad, no. -Entonces… -dijo el sabio sonriendo, -si no es verdad, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
Seamos la estación terminal (la última) de toda noticia falsa y comentario inadecuado. Y seamos la estación de transferencia de toda noticia verdadera, buena y necesaria. Principalmente de la Verdad que nos hace libres – la VERDAD que nos lleva al Padre celestial (Juan 14:6). ¡Señor, purifica nuestros labios con la brasa de tu Espíritu! (Isaías 6:7).
Pastor Jorge Krüger – Leandro N. Além, Misiones.