Vida

Tenemos una riqueza impresionante: Dios nos declaró libres de culpa gracias a la victoria de Cristo sobre el pecado. Tenemos a Cristo resucitado en nosotros. Esto quiere decir que en nosotros tenemos la vida, una vida que va más allá de las fronteras, una vida que aunque muramos, sigue viviendo. Tenemos la alegría que Cristo vino a habitar en cada uno de nosotros junto con Padre y el Espíritu Santo. ¡Cristo con todo su poder y gloria habitando en nosotros! ¿Podemos quedarnos quietos?

Y a toda esta riqueza la tenemos en nuestro cuerpo, que es como una olla de barro que en cualquier momento puede quebrarse. Pero hoy contamos con esta certeza: “Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también creemos que Dios va a resucitar con Jesús a los que murieron creyendo en él” 1 Tesalonicenses 4:14. En este cuerpo vamos llevando la muerte de Jesús, vamos proclamando que Cristo sufrió por nosotros aquella muerte vergonzosa en la cruz en un cuerpo semejante al nuestro. En este cuerpo vamos diciéndole a los demás que la vida que realmente es vida es la que salió de aquella tumba en Jerusalén aquel domingo de pascua.

De esta manera, en nuestro cuerpo débil se muestra el poder de Cristo. “Así, aunque llenos de problemas, no estamos sin salida; tenemos preocupaciones, pero no nos desesperamos. Nos persiguen, pero no estamos abandonados; nos derriban, pero no nos destruyen” 2 Corintios 4:8-9.

Así se muestra la vida de Cristo en nosotros. “Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. De manera que, tanto en la vida como en la muerte, del Señor somos. Para eso murió Cristo y volvió a la vida: para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos” Romanos 14:8-9. Celebremos con mucha alegría esta vida, esta victoria sobre la muerte. ¡Feliz pascua de resurrección!