Dentro de pocos días el almanaque nos dirá que nuevamente es navidad. Las ocupaciones, y preocupaciones cotidianas nos tienen tan atrapados que casi no nos damos cuenta que el tiempo está tan avanzado. Las tensiones sociales y económicas, el hallazgo del Aras San Juan, los disturbios en el mundo del fútbol nunca vistos, el evento del G20, y las cuestiones propias en cada persona, cada familia, cada comunidad, y mil cosas más que aparecen y desaparecen cada día, nos roban la atención y nos impiden concentrarnos en lo que permanece, en nuestro propio corazón, en lo que hace a nuestra paz y sosiego interior. Es tal la aceleración en que estamos metidos que no queda tiempo para vivir, descansar, pensar, alegrarnos y compartir. Así hasta le mesa de navidad puede convertirse en una cita obligada y tediosa, en la que los participantes estarán sentados, uno al lado del otro, esclavizados por sus celulares.
¿Hay que aceptar esto como un simple cambio de los tiempos, o se puede hacer algo para recobrar los tesoros perdidos? Creo que como cristianos y como iglesia podemos y debemos hacer algo.
Navidad no es abundancia material para excesos de todo tipo. No es nada que se nos pueda añadir o quitar. Navidad es un encuentro íntimo con el Señor, que nos viene a visitar. Es el amoroso y cálido encuentro entre Emanuel y nosotros. Es la sencillez de un niño y la inmensidad de Dios amoroso y eterno que nos funde en una unidad. En un proyecto nuevo y sublime, que nos saca de la esclavitud de las cosas del presente, y nos libera para la paz, la vida plena y eterna, y consecuentemente, para el amor, el gozo, la esperanza y la celebración.
Quiero invitarlos a trabajar, en el lugar y con la responsabilidad que nos toca, en la familia, en la iglesia y en la comunidad, para despojarnos de las cargas inútiles, y disfrutar de Jesús, la alegría del alma, y el centro de la navidad.
¡Feliz Navidad a Todos!
Pastor Carlos Nagel – Presidente de IELA