Aborto, ¿y ahora qué?

Ante la sanción de la ley del aborto (Interrupción voluntaria del embarazo) por parte del Congreso de la Nación, como Iglesia Evangélica Luterana Argentina,

Expresamos nuestro rechazo a esta ley.

Entendemos el contenido y contexto de esta ley dentro del marco de nuestro alejamiento de Dios (pecado) y sus manifestaciones. Nuestra situación pecaminosa hace que disfracemos y desvirtuemos la realidad al punto de sostener que el niño por nacer no es persona, no es ser humano. Nuestra realidad de seres pecadores acciona en contra del prójimo hasta llevarlo a la muerte, como Caín a Abel. Quien de seguro termina perdiendo aquí es el más débil, cuando no los dos. Nuestra pecaminosidad también nos invita a llevar una vida desordenada y licenciosa sin pensar en las consecuencias ni asumir responsabilidades (que sea el Estado el que se haga cargo). También se manifiesta en el exacerbado individualismo por el que muchos dicen “es mi cuerpo, hago con él lo que quiero”, y en la preservación del derecho y bienestar propios (a costa del otro).

Por esto el texto de la ley se centra exclusivamente en los derechos de la madre, desconociendo por completo los derechos de aquel a quien se le “interrumpe” la vida.

Este es un aporte más a la degradación del ser humano. Aumenta la visión utilitarista del mismo. El ser humano, creado con tanto cuidado y amor por parte de Dios, es considerado como algo que puede descartarse cuando alguien lo decida. Por ley se ha cosificado al ser humano. Nos preguntamos ¿en qué puede terminar una sociedad que decide sobre los derechos de unos en detrimento de los derechos de otros?

Mantenemos nuestra convicción de que la existencia y la vida es don de Dios. A él le pertenece el darla y el quitarla (Job 1.21). Por lo tanto, sancionada la ley, el aborto seguirá siendo pecado contra la ley de Dios. Fue Dios quien nos dio un cuerpo, por lo que no podemos hacer con él lo que queramos (lo que sería auto divinización), y menos aún con un individuo genéticamente nuevo, con un ADN distinto al de su madre y al de cualquier otro ser humano.

Alertamos por aquello que vendrá. Después del aborto vienen las consecuencias. De eso no se habla y la ley guarda silencio al respecto. Por más que se disfrace la situación, esta ley es un aporte más al mayor genocidio de la humanidad, y la culpa por asesinato de alguna manera se manifestará:  por ejemplo en la muerte existencial y emocional que sufre la madre que permanece. Por más que se lo plantee como un simple procedimiento ambulatorio, la sensación fisiológica de que alguien le fue arrancado (cuando el aborto fue inducido) es algo que permanecerá en el cuerpo y en la mente de la madre.

Compartimos misericordia. Creemos y confesamos que nuestro Señor Jesucristo murió en la cruz por todo el género humano y resucitando venció a la muerte. Él nos propone vida. La solución de los conflictos humanos pasa por la vida que nos ofrece Jesús y no por la muerte. Como siervos y siervas de Dios, ofrecemos nuestra ayuda, contención y orientación basada en la Palabra de Vida (la Biblia) tanto a las futuras madres que dudan acerca de continuar con su embarazo, como a las que han tomado la triste determinación de terminar con una vida y sufren por haberlo hecho.

Pastor Arturo E. Truenow

Presidente de la IELA

Reg. de firma Nº 12.719

Pastor Rodolfo Sexauer, vicepresidente primero.

Pastor Claudio Herber, vicepresidente segundo.

Pastores presidentes de distrito Digno Rosin, Enrique Franck, Hugo Gies, Javier Becker, Jorge Evin.